viernes, 28 de agosto de 2009

El último galope



La noche madre cierra su beso oscuro sobre mí y en su regazo
inmenso encuentro la paz profunda del silencio estepario.
Un caiquén alerta quiebra la quietud desde el
mallín, borroso y húmedo espejo de la luna.
La sombra del jinete se percibe próxima.
Los perros ladran la inminente presencia.
Su galope firme vibra en la tierra y palpita ansioso en mi pecho.
Se detiene.
Balancea grácil su figura sobre el estribo y se apea a pocos metros.
“Te estuve esperando en vida”,
le digo en voz baja y con temor.
“Te estuve galopando en sueños”,
me replica misteriosamente.
“Ansiaba este encuentro. Desde que te la llevaste la soledad del puesto me quema el alma”,
le reprocho.
“Te está esperando”
“¿Vamos entonces?”
“Es tiempo”.
“¿Es doloroso?”
“No, solo angustia un poco al principio”, me tranquiliza.
Junta las riendas sobre la alzada y monta ágilmente.
Me extiende su helada mano para ayudarme a subir.
En el salto ya me reconozco leve .

1 comentario:

  1. guauuuuuuu

    esa estepa de tallos duros y de tallos mínimos, esa que saca el hastío con un rojo y un perfume, esa que de noche trae a quien cabalga...es mágica y vos enontraste como decirlo...
    un gusto leer
    cariños

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